Mi historia: Compromiso, resiliencia y perseverancia
LA LEY – AÑO LXXXIX Nº 46 – TOMO LA LEY 2025-A
Edición especial: “Mujeres en grandes firmas: La historia detrás de las socias”.
Mi historia: Compromiso, resiliencia y perseverancia
El apodo de mi madre
Desde que era muy chica, mi madre siempre me llamaba “la defensora de pobres y ausentes”. Y lo decía con un tono lleno de cariño y orgullo. Siempre fui la que salía al frente por aquellos que no podían defenderse, ya fuera por miedo, falta de herramientas o simplemente porque no sabían cómo hacerlo. De chica, no entendía del todo el impacto de ese apodo, pero sí sabía que me sentía profundamente satisfecha cada vez que lograba cambiar una injusticia, por más pequeña que fuera.
Mi primer “gran caso”
Podría decir que mi primer “gran caso” —con comillas y todo— ocurrió en quinto año del colegio. Una de mis mejores amigas había sido suspendida por “mala conducta” (una acusación un poco exagerada, si me preguntan) y, para colmo, la directora había decidido que no podría asistir a la misa y acto de fin de año. ¡El acto final de nuestros 12 años en el colegio! No solo era una injusticia para ella, sino también para todas nosotras, sus amigas. Así que, casi instintivamente, con una mezcla de indignación y fervor justiciero, presenté ante la directora, y frente a toda mi clase, una defensa para mi amiga. Yo estaba muy convencida de mis argumentos y, para mí sorpresa, la directora terminó convencida también y terminó cediendo. Mi amiga pudo así asistir a la misa y al acto de fin de año. Más tarde, en privado, la directora me preguntó con curiosidad: “¿Qué vas a estudiar cuando termines el colegio?”. Yo todavía no lo tenía claro. Medicina y Derecho estaban sobre la mesa. Y la directora me dijo: “Ojalá elijas Derecho. Si algún día necesito un abogado, sin duda te llamaría”. Corría el año 1989 y, sin saberlo, ya tenía mi primer “cliente”.
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